La
molienda es un proceso que persigue extraer el jugo de la
uva con la menor lesión de la piel, sin llegar al centro del grano, puesto que las semillas poseen
taninos muy astringentes que afectan negativamente el sabor del
vino.
En vez de
molienda es mejor hablar de estrujado de la uva. "Con la palabra
molienda podría pensarse que la uva se toma, se mete en una especie de juguera y se muele, rompiéndose completamente y no es así". Todo lo contrario, este estrujado debe perseguirse con la menor lesión de la piel de la
baya, como si fuera apretada por los dedos, de manera que el mosto o líquido se vuelque al exterior. En una buena
molienda se busca producir un escurrido de la pulpa debido a que las
células más cercanas a la piel son las que contienen la mayor concentración aromática y de color. Dicho "apriete" no debe llegar al centro de la uva, puesto que las pepas o semillas poseen taninos muy astringentes a la boca que afectan negativamente al vino.
Recomendada para uvas tintas y blancas, la
molienda sigue procesos diferentes según las características del grano y el tipo de vino que se quiere conseguir. La primera etapa, sin embargo, es igual: en los pozos de vendimia se recibe la uva, que pasa por una cinta de selección donde se sacan las hojas y residuos vegetales, dejando sólo los racimos más puros y completos posibles. Luego la uva cae en la máquina despalilladora y moledora, donde por un tambor cilíndrico con orificios pasan los granos, quedando el escobajo adentro. La velocidad a la cual gira este tambor ofrece una serie de regulaciones en función de la uva: si es de fácil desgrane la velocidad será menor para no producir un daño del escobajo, con el consiguiente paso de restos vegetales verdes hacia
molienda misma.